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Exposición Colectiva | «El mapa y el territorio» | 10 marzo – 20 mayo 2017

“Fue allí, al desplegar el mapa, a dos pasos de los bocadillos de pan de molde envueltos en celofán, donde tuvo su gran revelación estética. Era un mapa sublime; Jed, alterado, empezó a temblar delante del expositor Nunca había contemplado un objeto tan magnífico, tan rico de emociones y de sentido, como aquel mapa Michelín a escala 1/150.000 de la Creuse, Haute-Vienne. En él se mezclaban la esencia de la modernidad, de la percepción científica y técnica del mundo, con la esencia de la vida animal. El diseño era complejo y bello, de una claridad absoluta, y sólo utilizaba un código de colores restringido. Pero en cada una de las aldeas, de los pueblos representados de acuerdo con su importancia, se sentía la palpitación, el llamamiento de decenas de vidas humanas, de decenas o centenares de almas, unas destinadas a la condenación, otras a la vida eterna.”

                                                                                  El mapa y el territorio, Michel Houellebecq, 2010

Es con este “síndrome de Stendhal” como Jed Martin, el protagonista de la novela de Michel Houllebecq y artista en ciernes, hace el descubrimiento que marcará su vida. Un impacto similar al que han recibido desde los años setenta del pasado siglo un sinfín de fotógrafos que -al igual que con Jean Baudrillard– han sido influidos por las ideas de otros sociólogos como Marc Augé o Roland Barthes, léase los “no lugares”, la “ruina”, la “frontera y la periferia”, la fotografía como “memoria”, etc. Sin embargo, el concepto del mapa y el territorio no pertenece a Baudrillard sino a un desconocidísimo e impronunciable científico y filósofo polaco llamado Alfred Korzybski. Aun así, este justo reconocimiento de la autoría ajena, no le priva a Baudrillard de haber desarrollado muy hábilmente estas ideas bien reabsorbidas y fusionadas en su modelo de la “hiperrealidad” y el “simulacro”. Es aquí donde se denuncia que “el territorio ya no precede al mapa, ni lo sobrevive [..] es el mapa el que precede al territorio, es el mapa el que engendra el territorio” y en consecuencia en esa sociedad postmoderna el territorio ha dejado de existir y solo ha quedado el mapa. Lo auténtico ha sido dócilmente sustituido por la copia, y nadie es consciente siquiera de ello. Algo así como vivir en una especie de “Matrix”, un mundo ilusorio en el que como mucho podemos aspirar a tener algún déjá vu, muy de vez en cuando, que nos presente un mínimo atisbo de duda sobre nuestras existencias.

El cuestionamiento de la validez de la representación y concretamente de la representación artística fue genialmente planteado por René Magritte en su desconcertante obra “Ceci n’est pas une pipe”. En definitiva, un modelo o una representación no es lo representado, no es la realidad misma. Se trata de un constructo, un artificio, una abstracción. Al fin y al cabo, el coleccionista que asesina a Houllebecq prefiere su representación -su retrato- más que la persona. Llegados a este punto creo que sería interesante preguntarnos qué es un territorio pues parece que es lo que legitimamos como “lo real”. Un territorio es un lugar o conjunto de lugares a los que una comunidad dota de un significado, que si es político se expresa en su forma más ambiciosa, esto es, como una determinada nación. La “antropología del territorio” pues estudia las relaciones socioculturales de las personas desde la territorialidad, siendo un territorio a nivel micro cualquier forma espacial con un significado social o cultural, como un ayuntamiento, una iglesia…

Los artistas seleccionados en este proyecto son creadores de mapas, son cartógrafos. Elina Brotherus (Helsinki, Finlandia, 1972) eleva a la mujer como protagonista absoluta del paisaje, una presencia poderosa y renovadora. Por su parte, Alberto Franco Díaz (Cádiz, 1977) cuestiona la relación entre procesos geológicos y sociales con un enfoque topográfico. Nanna Hänninen (Rovaniemi, Finlandia, 1973) crea “nuevos paisajes” desde la abstracción de la realidad. En cambio, Ellen Kooi (Leeuwarden, Holanda, 1962) articula la relación entre los habitantes y su territorio. Johann Ryno de Wet (Johannesburgo, Sudáfrica, 1982) sueña con una tierra post-apocalíptica con escasas trazas de esperanza. Por último, el trabajo de Irene Sánchez Moreno (Granada, 1983) gravita sobre paisajes virtuales de una infinitud abismal e inalcanzable, en los mismos límites del mundo.

Comisariada por Juan Curto

Para recibir los materiales de la exposición (nota de prensa e imágenes) contacta con nosotros en el (+34) 91 429 17 34 o en info@camaraoscura.net